martes, 31 de mayo de 2011

El violín del ángel.(Historia para Carla)

El suave viento de la noche transportaba el sonido de un violín.
Una melodía suave, tan triste, como si las estrellas lloraran sin gemir una palabra.
Como si las lágrimas hicieran aquel sonido con el solo roce de ellas mismas, en la oscuridad del firmamento.
Parecía quitarle vida a la noche, succionando las ansias de vivir de cualquier criatura. Por joven que fuese.
Aquella melodía provenía de una sombra que tocaba el instrumento como si no pudiese llorar, y el lamento hubiera de expresarlo, a través de las notas de aquella joya que gemía en a totalidad del crepúsculo.

Mi cuerpo yacía junto a un árbol, desprovisto de vida. Sentí como salía de mi propio cuerpo, levantándome a la par que miraba mi reflejo incorpóreo, en el lago de lágrimas que había derramado, ante la longitud de la canción.

Comencé a andar dirigiéndome hacia aquella ambrosia. Mis pasos se convertían en la danza que acompañaba aquel sonido. Vi la sombra a lo lejos tocar. Sonreí, y me pregunté si alguien me vería. Ahora no más real que un sueño.

Bailaba más que caminaba. A cada paso que daba, la sombra se distinguía cada vez más. Hasta que a varios metros de ella, dejó de serlo, para mostrar una silueta femenina, alta y delgada. Tocaba el instrumento lentamente, con los ojos cerrados, mientras su pelo de color del azabache ondeaba con la suave brisa.

Me senté en un tocón, embriagado por aquella triste melodía. El violín dejó de sonar, y la chica me miró con unos ojos de un verde apagado.
Le pregunté como podía verme, si era solo el reflejo de lo que había sido antes. Sonrió ante mi pregunta, y tras ella se abrieron unos mares de seda blanca, eran alas.

- No soy una chica real. Soy tu ángel de la guarda,- dijo con una voz de ruiseñor- que vino a llevarte consigo. Antes que la muerte y con menor dolor.

Estupefacto miré sus labios rosados, y su rostro divino. Era la misma chica con la que soñaba desde que nací. De la que me había enamorado incluso en la realidad, tanto como para desear no despertar nunca, y quedarme junto a ella siempre.

Yo sabía que no era un sueño, pues aquella melodía que volvía a sonar, era mi alma reflejada en una canción. Triste y apagada llenó la noche por completo. Observé como cerraba sus ojos disfrutando de la música.

-¿Y para qué has venido?, ¿Para llevarme contigo?- Pregunté curioso.

Pasaron varios minutos, con la música flotando en el aire, sustituyendo el silencio. Abrió los ojos, y me miró fijamente a los míos.

-He venido por que pediste morir .Que no querías estar con nadie que no fuera yo .Que me amabas, y no podías vivir sin mí. –dijo con suma dulzura y tranquilidad.

La miré mientras una lágrima surcaba mí rostro, lleno de alegría. Ahora ya no sabía si era un sueño y me había equivocado antes, o sí por el contrario, era real, y de verdad estaba allí, junto a ella deseando besarla por el amor que sentía por ella.
Ella dejó el violín sobre la hierba y se acercó a mí. Su pelo flotaba, y su tela ondeaba continuamente mientras caminaba. Se agachó para hablar conmigo:

-Aunque creas que no te quiero. -Dijo con una sonrisa- Te equivocas.

Pensé: ¿Entonces, por qué eres así?
Ella prosiguió:

-Siempre he sido así, mi comportamiento no es extraño. Es más, entre los ángeles es normal.- Dijo, sin dejar de esbozar la sonrisa más encantadora que tenía- Pero la forma en que yo hable, no significa que no esté enamorada de ti. Tanto por ser tu ángel de la guarda, como si no lo hubiese sido.

Se inclinó hacia mí, y juntó sus labios contra los míos. Eran reales, más de lo que nunca habría imaginado o deseado.

Seguí el beso que desde hacía diecisiete años, llevaba guardando por y para ella.

Al cabo de unos minutos se separó de mí. Yo torné mis brazos alrededor de su cintura, cuidándome de dañar sus alas.

-Entonces, ¿Estoy muerto? – Hablé por primera vez desde hacía veinte minutos.

Ella asintió, y apretó sus labios contra mi mejilla.

-Estas muerto.- Dijo con un efímero destello de tristeza, para cambiar al segundo en un destello de luz en sus ojos verdes- Pero ahora puedes tocarme. ¿No vale la pena?

De haber seguido vivo, mi corazón habría estallado de felicidad ante aquella declaración. Como respuesta, la abracé con fuerza y la besé con toda la ternura que mi inexistente corazón contenía en su interior. Mientras ella pasaba los brazos alrededor de mi cuello, y se abandonaba a aquel beso.

>> -¿Cómo debo llamarte ángel de mi corazón?<<

>> -No tengo nombre, pero tú puedes llamarme como quieras. <<

>> - Entonces. Te llamaré Carla. <<

La luz de la luna iluminaba la figura de un gato negro. Tendido sobre una rama, sus brillantes ojos azules de irisada pupila, habían contemplado todo lo que había ocurrido.
Cerró los ojos, y se hundió en la longitud de su mente. Bañada por oscuridad, felicidad, y amistad a partes iguales.

3 comentarios:

  1. Escribes genial , no dejes que nadie te haga apartarte de tu camino .
    Seguro que llegas muy lejos .

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  2. ¡Muchas gracias! Tranquila, no tengo intención de apartarme de mi sueño.
    Intentaré llegar aún más lejos

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  3. La verdad es que sabes escribir, me ha gustado mucho tu entrada. Deberías escribir más a menudo. Yo también ansío convertirme en una escritora en un mañana. Te invito a que eches un vistazo a mi blog : unahistoria23.blogspot.com
    Gracias y sigue así. :)

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