sábado, 5 de marzo de 2011

14 De Febrero

Cada noche al acostarme pienso en ti.
Te llamo por tu nombre, esperando que vengas a verme mientras duermo, esperanzado de que tal vez seas capaz de tocarme y yo poder sentir tus caricias.
En mis sueños toco el piano con mis sentimientos, y se escucha el eco, allí donde antaño debía de haber corazón, donde ya no queda más que la simple oscuridad de un inmenso vacío. ¿Por qué te has ido, pequeña mía? ¿Por qué me has abandonado sin decirme donde vas?
Me han cegado las luces de los faros que creía tu mirar. He dejado sordos mis oídos para que tu voz me los devuelva, y mi cuerpo ahora es incorpóreo, hasta que llegue el día en que me puedas besar.
Pero sé, que todo eso, nunca llegará. ¿Escuchas eso, vida mía? Es el sonido de mi condena, se refleja en el violín que comparte mis penas entre sus notas.
Solo me queda aguardarte o desaparecer. ¿Y si no vuelves? ¿Y si tú ya has muerto con el paso de los años?
No, no quiero pensar en eso. Sólo deseo saberte entre mis brazos, mientras la canción de esta soledad se termina y acalla mi silencio entre el viento de la noche.
He desaparecido porque quiero volver a verte, aunque eso signifique sacrificar mi vida por solo un segundo para encontrar nuestras miradas…
Recuérdame si vuelves, amada mía.

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